Visita guiada a los Pavellones Güell de Antoni Gaudí

Al llegar observo un grupo de unas veinte personas de todas la edades, hay hasta un cochecito de bebé, se encuentran todos enfrente de la puerta que da acceso al recinto de las Caballerias de Gaudí. Hay una par de chicas voluntarias estudiantes de arquitectura organizando la visita, facilitan algún catálogo a quien lo solicita y responden a las preguntas que algunas personas les hacen. A veces algún curioso que pasa se une al grupo principal o a otros pequeños grupos.

Hay un presentador frente al grupo de gente, hablando y está explicando los detalles ornamentales de la gran verja, en concreto el detalle de una parte de las figuras de metal que hay en su superficie, habla de mitología y de dioses y de humanos, de dragones y de personajes míticos. Parece una charla de historia antigua sobre nuestros orígenes y las grandes cuestiones humanas de los clásicos. El presentador lleva cosido en su niki una etiqueta que pone “Ruta del Modernismo” y explica los temas con pasión. Varias veces hace moverse al grupo para ver el edificio desde diferentes vistas, siempre para comentar los detalles de la gran fachada que forman la puerta y las construcciones interiores que se atisban desde fuera.

El grupo sigue aumentando y continua el relato, comienza a hacerse quizás algo largo al menos para mí, quizás no tanto por el sol que molesta un poco e impide ver el edificio con claridad, como por la impaciencia que tengo en entrar dentro.

Por fin la puerta de la gran verja se abre y entramos todos. Estamos en el jardín y ahora la explicación versa más sobre la forma en que Gaudí planteó y fue construida su obra.

Pasamos dentro del edificio principal siguiendo al guía que esta vez explica los detalles del techo y de las columnas. Caras de admiración miran aquí y allá siguiendo el brazo del experto, alguno de los visitantes recorren mientras las salas adyacentes. Hay algunas personas haciendo fotografías, al menos dos de las cámaras son bastante sofisticadas con objetivos profesionales, van libremente fotografiando no solo vistas de la fachada sino incluso pequeños detalles.

Al final vamos todos otra vez al jardín junto a los voluntarios y salimos definitivamente a la calle, donde se han acumulado otro gran montón de gente esperando la siguiente visita.